Latí toda la noche, inexplicablemente, sin ayuda de nadie, a oscuras.
Se soltó a los patos que vuelan en la noche, se ancharon los cielos,
corrieron unos cerrojos.
Late como una barca que navega calmadamente a la otra orilla
concentrado ese pulsar pequeño escasamente luminoso.
y aquí afloran todos los buenos consejos, en la piel del sueño.
La esforzada sabiduría zen en batalla con el cuerpo y al mismo tiempo haciendo las pases. Lo que estará aún por descifrarse.
El mundo desapareció sus signos,
los edificios pierden sus ladrillos válidos,
las amenazas no tienen impulso
Lato casi solo, dice, o por lo menos a solas, entre beatífica neblina
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